HISTORIA
(Por Jesús de la Villa, catedrático de Filología Griega de la Universidad Autónoma de Madrid )
La tradición de las procesiones religiosas en Peñafiel es muy antigua y se remonta a la Edad Media. De hecho, algunas de las imágenes que todavía hoy salen en procesión, como el Cristo de la Buena Muerte, u otras que también tuvieron su propia cofradía, como el Cristo de Santa María, titular de la antigua Cofradía del Señor, fueron talladas en el siglo XIV.
Esta tradición, sin embargo, como en todo el mundo católico, debió de cobrar gran fuerza a raíz del Concilio de Trento (1545-1563), del que surgió la Contrarreforma. Entre otras medidas de aquel gran evento renovador salió el fomento de las formas populares de religiosidad, de las procesiones y del culto a las imágenes, para contrarrestar la puesta en cuestión de todas esas expresiones de devoción por parte de las diferentes ramas del Protestantismo. Fue en aquella época, sin duda, cuando nacieron diversas cofradías en Peñafiel, fundamentalmente apoyadas por los dos grandes conventos de dominicos y franciscanos, respectivamente, que había en la villa. No es casualidad, sin duda, que tres de las imágenes que hoy siguen saliendo en procesión en Semana Santa, la Dolorosa, el Cristo atado a la columna y la talla más antigua del Nazareno procedan del antiguo monasterio de San Francisco y fueran talladas entre los siglos XVII y XVIII. Por su parte, la imagen de Cristo que constituye el paso del Santo Sepulcro, así como la Soledad, talladas en los mismos siglos, proceden del monasterio dominico de San Pablo.
Aquellas cofradías y devociones debieron de sufrir un gran golpe con ocasión de la Desamortización de 1834-36, cuando los monasterios de frailes quedaron vacíos. Y, sin embargo, no se perdieron en el olvido. De hecho, algunas de las imágenes que procedían de San Francisco pasaron al convento de Santa Clara –el Cristo atado a la columna y el Nazareno-, mientras que la Dolorosa pasó a la parroquia de Santa María. Dos de las cofradías, además, pervivieron, la de la Dolorosa y el Nazareno, hasta su renovación en el siglo XIX y siglo XX respectivamente.
Así pues, de las cuatro cofradías actuales, la más antigua de la que se conserva documentación es la Dolorosa, cuyos estatutos más antiguos de los que hay noticia son de 1865, pero que remonta con toda seguridad a mucho tiempo antes. En segundo lugar, la del Nazareno, cuya tradición, como se ha dicho, es también secular, aunque fue completamente renovada en 1945, hasta el punto de que se puede hablar de una refundación. La Pasión, por su parte, es producto de la actividad de la orden de los Pasionistas, que ocuparon a finales del siglo XIX el antiguo convento dominico, y que se creó en 1895. La más reciente es la del Cristo de la buena Muerte, curiosamente, la que tiene por titular la imagen más antigua, creada oficialmente en 1923, pero que contaba previamente, antes de sacarla en procesión, con una confraternidad de devoción de la que hay noticia desde 1858.
De la forma y el momento en que se procesionaban aquellas imágenes antes del siglo XX no hay, sin embargo, noticia. Sabemos por tradición oral que algunas de ellas salían en Semana Santa y quizá en otros momentos del año, pero nada tenemos de seguro. La primera gran renovación del fenómeno de las cofradías y las procesiones se produjo en la década de los 20 del siglo pasado, como en toda España. En aquel momento, sin embargo, parece que salían en procesión de entre las imágenes actuales sólo el Nazareno, la Dolorosa y la Soledad. A cambio, había otros pasos y tallas que también se sacaban y que se han perdido. Se conserva memoria, por ejemplo, de la existencia de una Sagrada Cena y de un Prendimiento, que se guardaban en el convento de Santa Clara. En aquellos años también se desarrolló la costumbre, luego prácticamente perdida, de representar algunos de los pasajes de la Pasión de Cristo por medio de personas reales que figuraban los distintos personajes citados en el Evangelio. De aquello sólo se ha conservado recuerdo en la procesión de la Borriquilla, el Domingo de Ramos, cuando sale un niño sobre un burro, figurando a Cristo; tradicionalmente le acompañaban otros chicos y jóvenes vestidos con hábitos y barbas evangélicos figurando a los apóstoles y otros acompañantes de Jesús.
Toda esta rica tradición se vio truncada por la llegada de la República y, sobre todo, por la Guerra Civil. Durante unos cuantos años no hubo procesiones de Semana Santa. Tras la Guerra, se produjo todo un movimiento de recuperación de devociones religiosas que supuso también la renovación del espíritu de las cofradías. En 1939 se renueva la Dolorosa, admitiendo de nuevo a hombres entre los cofrades. En 1944 se refunda el Nazareno. En 1949 la Pasión incorpora el paso del Santo Sepulcro.
Todo ese impulso se materializa en la primera mitad de los años 50 del siglo XX. Es entonces cuando se configuran las procesiones de la Semana Santa tal y como las conocemos ahora: en 1951 la cofradía de la Pasión inicia la tradición del Pregón de la Semana Santa, que se hace a caballo en diversos lugares del pueblo en una ceremonia muy vistosa. A la vez, en 1952 la misma cofradía manda construir las carrozas de la Soledad, el Santo Sepulcro y el Cristo atado a la columna, que antes salían en andas. La Dolorosa y el Cristo de la Buena Muerte se incorporan definitivamente a las procesiones en 1953. El Nazareno renueva su imagen titular en 1954. Finalmente, en 1957 los Pasionistas configuran sus procesiones en su configuración actual incorporando el Farol de la Pasión en 1957.
Los años 60 constituyeron una época de una cierta decadencia. Disminuyo el número de cofrades que salían en procesión; de 1967 a 1985 dejó de pronunciarse el pregón; del año 1970 al 1997 no se sacó el Farol, etc.
Sin embargo, los últimos treintaicinco años han conocido un proceso extraordinario de revitalización y recuperación: todas las cofradías aumentan muy considerablemente el número de miembros y asumen las procesiones de Semana Santa como su principal actividad. A las bandas tradicionales de la Pasión y Buena Muerte se unen las del Nazareno en 1984 y la Dolorosa en 1990. A la vez, se recuperan pasos antiguos o se incorporan otros nuevos: el Cristo de la Buena Muerte incorpora en 2002 una nueva imagen del crucificado, el Cristo de la Agonía, que se procesiona llevado a mano por cofrades; el Nazareno recupera poco después. su antigua imagen tradicional, que se añade a la antigua y sale en andas. Como un símbolo de todo este proceso, en el año 2010 se restauró la extraordinaria cruz procesional del siglo XVI procedente de la parroquia del Salvador, que abre el paso de la cofradía de la Buena Muerte y que es la verdadera joya y el símbolo de la Semana Santa peñafielense.
De esta forma una tradición centenaria, que hunde sus raíces en la Edad Media, llega hasta nuestros días profundamente renovada, pero conservando intacto su carácter, una colección de imágenes y objetos litúrgicos extraordinaria y un espíritu de confraternidad tan pujante como en sus mejores tiempos.